Suspiro Oriental

Saku llegó a la orilla de la playa. Respiró y sintió las sales de el mar. El viento era apacible, estaba nublado, casi como apunto de llover, pero la atmósfera denotaba extrema tranquilidad. Tocó su bolsillo la pequeña botellita cerrada con un corcho. Visualizó el contenido: su amada. ¿Cómo es que había terminado ahí? ¿qué había pasado?

La botellita salió del bolsillo de Saku. Las olas comenzaron a ser más estrepitosas. Una gota, luego dos y al final miles empezaron a caer sobre Saku. Abrió la botella y puso gran parte del contenido en la palma húmeda de su mano. Lo frotó contra su pecho y, sintió dentro de si, que el corazón de Kumiko junto con el de él se fundían junto con las gotas de lluvia.

Las palabras de Saku no fluyeron, sólo el sentimiento innocuo de la felicidad. Corrió hacía el mar, que se hacía cada vez más peligroso. Nadó y nadó. Cruzó los biombos y, llegando a un lugar en donde podía ver sólo mar, abatido por el cansancio, abrió la botella y, sobre el mar, dejó caer el último aliento de Kumiko.

Saku cerró los ojos y cayó, cayó cada vez más profundo. Eran ya muchos años y, por fin, cerró los ojos, botando el último suspiro. Las cenizas de Kumiko aún flotaban y miraban, tristemente, al Saku que ya había perecido y, dejándolo, se fusionó con el mar que buscaría en otro rincón del mundo, a otro hombre que delire junto con unas cenizas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010 en 17:34 , 0 Comments

Un Final Feliz II

La chica, leyó el papel unas 10 veces más. Su corazón no dejaba de golpear, fuertemente, su pecho. Trago saliva e, impresionada, dejó los papeles en el escritorio. Iba a ver quién era el misterioso chico que le dejó el paquete pero, antes de llegar a la puerta, el lápiz que se encontraba en su escritorio flotó y escribió algo. La chica, impresionada y asustada a la vez se acercó a su escritorio.
- Ven. No es difícil. Te echaré una mano - decía el papel. Al lado de esto estaba el contorno de una mano derecha dibujada. La chica, con el corazón palpitando a mil por hora, posó su mano en aquel dibujo y, con ello, comenzó a hacerse tinta.

Despertó gracias a una caricia. Todo era blanco y sólo había un ser al lado de ella: el chico de sus sueños.
- Hola. Soy Jean Jacqués. ¿Eh? ¿me escuchas? -
La chica, anonadada, abrió los ojos de súbito.
- ¿Eh? ¿Donde estoy? -
- Estamos en nuestro mundo - dijo el chico - Ven, no tengas temor, ya hemos hecho esto antes. Sólo abrázame y lo sentirás -
La chica no podía contener más su nerviosismo. ¡Estaba al frente del chico que siempre idealizó!. Tímidamente, abrazó al chico por los hombros.
- ¿Lo sientes? ¿Sientes como tu alma se alimenta? Eso es amor. Yo siento eso hoy, ahora y cada vez que te pienso. Ahora que estamos juntos no me gustaría separarme de ti - susurró el chico a los oídos de la chica
- Sí, si lo siento. -
La chica cerró los ojos. Era el momento. Aquella escena esperada por ambos: el beso.
- ¡Espera! - dijo la chica - Yo... bueno, nunca he besado a nadie en mi vida -
- No te preocupes, yo tampoco. Eres la primera para mí -
Ambos alientos se hicieron uno, en aquel mundo blanco.

La chica despertó empapada en sudor. El sueño había sido tan hermoso. Se levantó de su cama y, para su sorpresa, estaba dibujado en una hoja de papel, el contorno de una mano.

miércoles, 8 de diciembre de 2010 en 16:32 , 0 Comments