Tan sólo 9 segundos.

Su cerebro le manda un impulso de orígenes desconocidos. Sus ojos pierden profundidad y una pequeña sonrisa se esboza en su rostro. El cuaderno que tiene encima lo tienta, lo absorbe como el opio más bendito y no necesariamente es a escribir. Su mano derecha suda. Arranca una hoja del cuaderno y, como poseído, la hace una bola. Después de una búsqueda no tan dedicada, divisa a su víctima. Alza la mano derecha y dispara el papel lleno de sudor, lleno de ansiedad. El objetivo es impactado. Él ríe. Acaban de pasar nueve segundos, de una hora y treinta de clase.


Concurso de Literatura Nuestra Señora de Andacollo. Primer Lugar, año 2011.

domingo, 15 de mayo de 2011 en 18:43 , 2 Comments