Se gentil.

Llegamos a su casa y era ya muy tarde. No había sol ni luna, era esa fase en donde no te encuentras ningún punto donde ver. Abriste la puerta y me convidaste a entrar. Observé el comedor y traté de guarecerme en algo. Mis ojos no se cruzaron con los tuyos. Los busqué incontables veces, pero tú desviabas la mirada. Primera grieta.

Estuve mucho tiempo sentado sin ser acompañado. Te esperé, sabes, pero no aparecías de donde te escondiste. Pensé en irme, pensé en desaparecer, mas de alguna forma algo invisible me ataba a ti, pero al parecer esa energía no habitaba en ti. Segunda grieta.

Te busqué y estabas en tu pieza, sentada en frente de ese monitor. Te abracé por la espalda. Mi corazón se recogió. Siempre lo hace cuando estoy contigo. Ni te inmutaste. Tercera grieta.

Tuve que girar de la silla para que me vieses. Tu cara no tenía expresión. Tus ojos, con una profundidad de mil mares me decían: vete. Cuarta grieta

Te susurré aquello que sentía y no me atrevía a decir, por temor a que no sintieses lo mismo: te amo. No respondiste. Te paraste. Te fuiste. Quinta grieta.

Desperté sobrecogido de esa pesadilla, pero me vi solo una vez más. Desaparezco como polvo de estrellas y vuelvo a ser. Eso es lo que es capaz de hacer un miedo. Seré gentil.

jueves, 2 de junio de 2011 en 17:19 , 1 Comment