Perfección.

Corro.

El campo me abre sus manos y me muestra cuán grande es el mundo. Estelas de colores giran, se mueven. De todos los colores imaginables. No hay nada malo en este mundo. El paisaje maya se combina con el cielo infinito. Una voz, detrás de todo, nos susurra cosas bellas. Sonrío.

El mundo sigue así. Preferiría estar acá siempre, rodeado por los brazos de este ser que me da la paz que anhelo. Por que la perfección es cuando yo estoy aquí, en este momento. No podría agregarle nada a este momento.

Veo el fin del camino. Sigo sonriente, pues esta travesía me ha llenado el corazón. estoy feliz, contento, lleno de energía y de amor. Y, llego al final.

Abro mis ojos y estoy en el metro. Próxima estación "Toesca"

Era hora de apearme. Miro mi celular. La canción había terminado, pero, ¿qué más da? Podría darme otros cuatro minutos y treinta y seis segundos de paraíso.

martes, 20 de marzo de 2012 en 9:59 , 0 Comments

Bvias

En ese mundo no había nada más que un eterno campo de trigo seco. Entidades luminosas flotaban a voluntad y se fusionaban. La niña observaba con sus ojos un vació incalculable. En ese mundo no había nada, hasta ahora.

Pequeños trozos de chatarra cayeron del cielo, haciendo un pequeño espacio. Pequeñas hélices, trozos de alguna nave que en ese mundo jamás podría haber sido pensada. Sin prisa, la pequeña chica comenzó a acercarse al punto de impacto. Lo que vio allí no fue nada más que basura. Pero ella era especial. En ese mundo no había nada, hasta ese momento. Ese mundo no quería moverse, hasta ese justo instante.

La chica tomó la chatarra y con diestra mano, comenzó a crear un pequeño muñeco. Con la poca chatarra, sólo creó su torso, que se llevó. Al día siguiente cayó más y más chatarra, pero para ella era un gran tesoro.

Al cabo de 3 días, el muñeco que había creado ya tenía más o menos su tamaño. Lo cargó en sus hombros y lo llevo unos minutos hasta que, cuando encontró un lugar en aquel páramo donde estuviese tranquila, deposito al ser gélido en el suelo. Seguido de esto, se sacó el pequeño vestido blanco y, en su entera desnudez, se recostó sobre el pequeño robot. Su cuerpo, aún no desarrollado, generaba un matiz inocente y pura.

La niña articuló su mano para tocar el pseudo-rostro del robot y le dijo: -llevo mucho tiempo sola... en este mundo donde no hay nada. Nada salvo tú y yo. Por que tú llegaste aquí para mí-

Los pequeños focos de aquel muñeco parpadearon tibiamente. Sus brazos, en un sonido latoso, se movieron y rodearon el cuerpo desnudo de la chica. Ella, fue feliz.

El robot convulsionó. Algo pasaba. Los brillos de aquel mundo se adherían rápidamente a él. Comenzó a aparecer piel, cabello. Al terminar, eran dos. Dos en ese mundo de nada.

Ese mundo se llama: Corazón.

miércoles, 18 de enero de 2012 en 13:16 , 2 Comments

Un tercero.

Te observo mientras miras hacia la nada, callada. Tus ojos, dos azabaches, hacen que miran, pero yo sé que no miras nada. Observo tus manos, apoyadas sobre tu regazo. Me gusta mirarte, es más, pensé que tú también me mirarías. Olí tu olor natural. Emanaba de tu pecho. Cautivaba el parque en donde estabas sentada, en un banco negro. El viento soplaba y me hacía llegar la fragancia a mi nariz. Yo imaginaba tantas cosas sólo con esa fragancia. Me transportaba, me llevaba a otra área.

Observaba también, que te echabas brillo en tus labios. Luego de hacerlo, sonreías, para comprobar si estabas bonita. Sí que lo estabas. Luego, comprobabas si tu peinado no se había desarmado, si tus aros no se habían desordenado. Sonreías, como una niña que hacía una travesura. ¿Acaso la travesura era prepararte, ponerte bonita para alguien en especial? Para mí eras la reina de aquel parque, lejos la más hermosa de todas. Tu naturalidad destacaba.

Me acerqué a ti, un tanto cabizbajo debido a tu notoria belleza. No era de esas bellezas en donde era sólo voluptuosidad, sino era una belleza tierna, pura. Al final te percataste de mí y me sonreíste. ¿acaso estaba tan bonito como tú lo estabas? No estaba arreglado, seguro mi boca apestaba a lo que comí hace poco, pero una cosa tenía segura: Mis ojos brillaban por ti.

Llegó un hombre a tu lado. Te besaste con él apasionadamente. Me puse muy contento, pues tu espera había tenido éxito. Él también me vio y pensé que con su mirada me correría, pero es más, me acarició la cabeza. Yo recibí el cariño. Me encanta que me hagan cariño y que presten atención en mí. A final, decidí quedarme bajo el banco en donde ambos estaban sentados y comencé a cuidarlos. Por algo, dicen, soy el mejor amigo del hombre.

jueves, 8 de diciembre de 2011 en 17:16 , 0 Comments

Aura de ti.

Se desvistió y sin mirarse al espejo, entró en la ducha. El agua comenzó a recorrer, tibia, cada una de sus curvas. Ella pensaba y el vapor camuflaba sus deseos, haciéndolos escurrir en los muros y en el espejo en el cual no se vio. Miró sus manos, que siempre habían sido bien cuidadas. se tocó el rostro, cerrando los ojos e imaginando. Imaginaba que él era quien le tocaba el rostro, que le sonreía y le miraba con un amor tan cálido que quemaba. Tanto era lo que quemaba, que su cuerpo comenzó a pedirlo. Su imagen apareció entre el vapor del baño y se reflejaba en el espejo en donde ella no se quiso ver.

Sintió ganas de ser abrazada, de ser besada. Cuando él lo hacía, para ella, era una de las sensaciones que más le hacían feliz. Tanto así, que no quería separarse de él cuando este la aproximaba.

Cerro sus ojos y se dejó llevar por sus deseos. El amor se mezclaba con placer. Miró sus senos, que estaban notoriamente exaltados por el vapor y todas sus vacilaciones. Ella se avergonzó de si misma, pero al pensar en él todo ello se desvanecía. Quería ser tocada, que la mano de él circulase por su cuerpo como el agua lo hacía; que el aliento de su querido penetrase su cuerpo, como el vapor lo hacía. Quería sentirlo cerca, abrazándola por la espalda. Quería sentir su torso desnudo, apegado a su cuerpo. Quería ser amada.

- ¡Hija! Llevas 40 minutos en el baño. ¿qué tanto haces? - gritó la madre desde fuera del baño.

Ella ni siquiera se había jabonado.

domingo, 23 de octubre de 2011 en 8:50 , 0 Comments

Balcón

Iba llegando a mi departamento 707 alrededor de las cuatro de la tarde. Abrí, como de costumbre y me senté frente a mi laptop para continuar mi trabajo. Pero, algo interrumpía mi tranquila estancia. Salí al balcón para ver a la persona que hacía tanto ruido y era nada menos que una nueva vecina. La chica era hermosa: Pelo oscuro, caderas marcadas. Su esencia, su aire, expelían vida. Pasó un buen tiempo, hasta que ella capto mi presencia y se acercó a el balcón de su hogar.
- ¿necesita algo? - dijo ella, un tanto extrañada.
- ¡No! Nada, nada. - Y me retiré de la escena. Traté de concentrarme en mi trabajo, pero la música era movida. Ella gritaba y su tremenda jocosidad traspasaba paredes. Hasta que, de improviso, tocan mi puerta. Voy lentamente y, al abrir, descubro que mi vecina está ahí. Me dispongo a abrir y, al momento de tirar mi puerta, ella se abalanza sobre mí.
- Tus ojos decían algo, hace un momento - dijo con todo coqueto ella. Tomó mis manos y las ubicó en su cintura y ella ubico las suyas en mis hombros.
- Vamos - dijo ella - Vine hasta aquí para ti, ya que tú no ibas hasta mi departamento. ¿qué deseas hacer? Sólo admítelo. También sentí esa sensación cuando te vi. Me recorrió entera. Quería tenerte cerca, sentir tu olor, recostar mi cabeza en tu pecho y cerrar los ojos - y en aquel momento me besó.

Todo se tornó de gris y lo único que tenía matices era ella. Terminó el beso, su respiración volvió a la normalidad y sus ojos azabache miraban tiernamente los míos. Selló el hermoso momento con un abrazo, diciéndome : me encantaría conocerte más...

Eran las 8 de la noche y yo dormí exactamente 4 horas en frente de mi laptop, sin haber avanzado nada en mis trabajos. La música había cesado, mas el sueño había quedado grabado en mi corazón.

domingo, 25 de septiembre de 2011 en 14:43 , 0 Comments

Flashback

Ella se levanto lentamente de su cama, para mirar la ventana. La lluvia no cesaba. Nunca cesaba. A ratos iba acompañada de truenos, truenos que remecían su corazón confundido.

Se dirigió a la puerta del dormitorio y la abrió. Entro a la sala de estar y se sentó. Comenzó a correr un viento cálido, como esos días de primavera y acarició el rostro de ella. Cerró los ojos, unos dos o tres segundos. Los volvió a abrir y una persona yacía a su lado, dormida. Esta persona era un chico de cabellos rojos, sin pecas y alto. Ella lo miró en un principio y, luego, se levantó hacia su habitación.

Al día siguiente llovía, como de costumbre. Ella salió de su habitación para ir a prepararse algo y aún estaba aquel chico, durmiendo plácidamente en el sillón. Su rostro tenía un brillo propio, como si el solo estuviese bañándolo con su luz. Ella se acercó a él y, con su mano fría, toco la comisura de los labios de él. No hubo reacción en el chico. Ella nuevamente fue a su habitación.

Así transcurrieron varios días lluviosos. Él no cambiaba de posición, ni había despertado; seguía durmiendo en el sillón. Un día, la chica se acercó nuevamente a él y le tocó, esta vez, el rostro. Él, como por algo extraño, movió su mano y agarró la de ella y le dijo: Por favor, no quites esa mano de ahí...

El momento se hacía eterno. Ella lo miraba, él la miraba. Las manos de ella empezaron a calentarse.
- Ves - dijo él - lo único que te faltaba era esto. Me habías hecho esperar mucho tiempo -
Y en aquel momento, él la abrazó fuertemente por la cintura. Ella sintió las manos de él por su espalda y se dejó querer. La lluvia cesaba. El corazón gélido se derretía. Él la beso, tiernamente, en el rostro. Ella cerró sus ojos, unos dos o tres segundos. Para cuando los abrió, él ya no estaba.

La lluvia cesó, los pájaros cantaban y ella mantenía una sonrisa amplia.

sábado, 17 de septiembre de 2011 en 18:02 , 1 Comment

No más.

Entré a la habitación de colores psicodélicos y de aromas a inciensos afrodisíacos. La niebla generada por estos me impedía ver más allá de medio metro de mí. Sólo sabía que había una cama, y se veía una silueta de mujer encima de ella. Algo me atrajo, algo me impulso. Activó mis instintos. Caminé hasta la cama y me recosté junto a la mujer. Sus labios pedían caricias, su cuerpo pedía ser devorado. Sus pupilas estaba dilatadas, su respiración, entrecortada y oral. Movía sus piernas de una manera extraña y no me quitaba los ojos de encima.

Partió quitándome la camisa blanca que ese mismo día compré, dejándome a torso desnudo y comenzó a besarme tiernamente el abdomen. Era relajante, la verdad. Yo no hacía nada, trataba de controlar mis instintos, por que la mujer era sensacionalmente atractiva. Ella quería más. Tomo una de mis manos y empezó a acariciarse con ella. Primero el pelo, liso y castaño, y luego comenzó a bajar hacia la espalda y los senos. Definitivamente estaba paralizado. El aroma a inciensos me dejó turbado, pero un recuerdo de una chica tímida, vergonzosa, cariñosa... me hizo volver a la realidad.
- Suéltame - le dije. La chica obedeció sin rechistar y se fusionó con la niebla, mientras yo viajaba a un mundo de fantasía con aquella chica que me trajo a la realidad. Irónico.

Tuve otra vez un sueño de esos malos. Estaba en mi habitación. El olor a incienso aún estaba en mi nariz, y el recuerdo de la chica adorable aún ardía en mi corazón.

martes, 12 de julio de 2011 en 9:08 , 0 Comments