Deberías taladrar tu cabeza III: Axioma

Pues bien, volvamos a la situación el la cual nuestro protagonista miraba a la chica de ojos inquietantes.
Como si la quemase con los ojos, Seymour la observaba hasta que ella se dio vuelta y lo miró. Hubo un par de segundos que fueron segundos normales, no como esas típicas historias de amor que lees, en el cual ambos se observaron. La chica tenía unos ojos color pardo increíbles y miraban a Seymour, de la misma forma como él la miraba a ella.

Debía dar el paso. Seymour caminó hacia ella y, sin siquiera decir hola, la chica lo besó tímidamente, así como un pájaro. Obviamente, Seymour quedó anonadado totalmente, mas le encantó este gesto.De todas formas, aquella precocidad de la chica lo impactó.

De tanto leer libros, se dio cuenta de el real axioma de esta vida: atraes lo que quieres. Él quería algo de ella y ella se lo dio.

Volviendo a la situación, Seymour atinó a saludar:
- Esto... Hola -
- Me llevas mirando mucho tiempo y, casi todos los días, me miras de esa forma. ¿qué es lo que te causo? -
- Pues, tienes unos ojos inquietantes - respondió rápidamente el protagonista.
- ¿ah si? - dijo la chica acercando su rostro al de él a sólo 5 cm (no preguntes cómo sé ésto, nunca tuve una regla para medirlo, fue lo que percibí)y en ese instante él pudo contemplar la profundidad de aquellos ojos.
- Lindos, ¿verdad? - dijo la chica, osadamente.
- Si que lo son -
- Entonces, para otra ocasión, deja de observarme tanto y ven a hablarme, ¿te parece? -
- .... ok -

Así es como podemos dar rienda a suelta a este encuentro. Veamos si Seymour no la palma esta vez.

jueves, 14 de abril de 2011 en 17:16 , 2 Comments