
Toma su oso y lo aprieta contra su pecho, nerviosa. Aquello que quería, aquello que anhelaba, aquello que le quitaría todo sufrimiento estaba a dos pasos de su ser. Miró hacía el cielo que aún quería hacer felices a otras personas. Miro sus zapatos, aquellos converse parchados con tela y uno que otro trozo de jeans. Mira hacía atrás. Ve a su familia taciturna esperando lo que ella hará. Ve a aquel que pudo ser su novio. Este la observa, como si aún esperase algo más. Ve aquellas cosas que pudo haber hecho, las que quiso haber hecho y las que no pudo hacer. Volvió a apretar aquel oso y lo dejó en el suelo. Este oso también la observaba. Y después de recordar su niñez, su infancia, su adolescencia, sus amores y desamores, sus amistades y sus cosas que ella amaba, se lanzó al precipicio.
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