Hyosuke se sentó en su computadora. Había llegado recién de clases y tenía mucho que estudiar. Mientras buscaba la información que necesitaba, súbitamente la pantalla se volvió negra. Pasaron 2 minutos y la pantalla recupero su color. Había una ventana titilando. Hyosuke la abrió y era un chat, una típica videollamada. Detrás de la pantalla se veía el rostro de una chica con lentes, pelo hasta los hombros e impactada. El teclado de Hyosuke dejó de funcionar. Tomó un cuaderno, escribió y lo alzo a su webcam:
- ¿Eres real? - decía el cuaderno. La chica asintió con la cabeza. Los teclados de ambos volvieron a funcionar.
- ¿Por qué está abierta ésta ventana? - Dijo Hyosuke
- Ni idea. - Agrego la chica. - Por cierto, soy Yuko. La verdad, no tengo idea de como ocurrió esto, se abrió una ventana y me pareció extraño. -
- Yo tampoco - dijo Hyosuke.
Luego de esto los jóvenes comenzaron a hablar. Todos los días era una sesión de entretención. Hasta que un día, Yuko dijo:
- Hyosuke... esto.. ¿crees en el destino? -
Hyosuke, un poco impresionado respondió: - Si -
- Creo que es obra del destino, el que nos hayamos conocido - dijo Yuko. Luego de esto agrego: - ¿Juntémonos?
- ¿Donde? - dijo Hyosuke
La pantalla se ennegreció, así como la primera vez. Al cabo de dos minutos, había un mensaje de ella. Ponía "¡A las 6:00PM en la estación de Ueno, tu sabrás donde verme!"
Hyoskue tomo sus vestimentas y salio lo más rápido que pudo de su casa. La estación Ueno quedaba muy lejos, pero aún así corrió. Su corazón palpitaba velozmente. Al llegar, eran las 6:42PM, la busco y ella no estaba. Al cabo de unos minutos, por un andén apareció Yuko. Se vieron. Corrieron el uno al otro. Se estrecharon. Se besaron.
- Era obra del destino - dijo Yuko. Hyoskue la estrecho contra su pecho.
- De modo que los milagros existen... - Ambos cerraron sus ojos, fundidos en aquel calor humano.
Cuento inspirado en mi amigo Seth y en un vídeo que observé en la estación de metro "Universidad de Chile" el viernes 30 de abril.
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